Pequeño/as ♥

sábado, 29 de octubre de 2011

Cáp7.- Ha despertado.



Ya ha pasado una semana. Óscar está igual, se podría decir que peor. Los médicos dicen, que es muy poco probable que despierte.
Antes de todo esto, pensaba que lo había pasado mal en muchas ocasiones. Pero ahora sé que ese dolor, no se compara con el que siento ahora.
Estoy en el balcón, esperando que deje de llover para ir a visitarle.
Miro la ventana de Lucas... Le quiero, pero estos días está muy preocupado por mí, y no es precisamente eso lo que quiero. Quiero tranquilidad... tiempo para pensar.
Envuelta en mis pensamientos, veo que la pequeña cortina de su ventana se mueve. Es él, me sonríe. Probablemente ha oído mi música más alta de lo normal
Your call- Seconhand Serenade, es la canción que he escuchado los últimos días, y es precisamente la que suena ahora.
Lucas ha estado en mi casa mucho tiempo, demasiado diría yo. Vamos a clase, y a las tres ya está en mi casa. Pasamos toda la tarde juntos, y por la noche vuelve a su casa. Prácticamente no he tenido tiempo de pensar en todo lo que ha pasado. Y allí, frente a él, con suficiente tiempo como para pensarlo, me derrumbo
Está preocupado. Se gira, supongo que para venir a mi casa.
- No, Lucas, no por favor.
- Pero...
-Necesito estar sola.- le sonrío lo suficiente como para que lo vea.
-Vale, pequeña. Pero recuerda que siempre voy a estar aquí para cuando me necesites, ¿vale?

Entro a mi habitación, y apago la música. Con una coleta mal hecha, unos vaqueros y un suéter azul salgo de casa. 
- Voy a verle mamá.
-Vale cariño, esta noche me quedaré allí.
-Adiós mamá, te quiero.

Cierro la puerta y pasó por el jardín. También cierro la portada. Comienzo a caminar. 
Lucas está en su jardín, no tengo ganas de saludarle. Pero ... es mi novio.
Abro su portada y le doy un pequeño beso.
-¿A dónde vas pequeña?
-Al hospital...
-Te acompaño.
-Lucas...- me da pena, y decido dejarle ir.- rápido, vístete.
-Estoy listo. Vamos.

Me da la mano, y me sonríe.
-Todo irá bien pequeña.- Y no, no era eso lo que quería que me dijera.

No quiero que me den falsas esperanzas, no quiero que me digan que se va a poner bien, porque no, no lo hará, y tampoco quiero que me digan que no pasa nada, porque la realidad es que pasa.
Llegamos al hospital.
Sigue en esa habitación, 303B.Abro la puerta y por un momento, veo que sus ojos están abiertos.
Suelto la mano de Lucas, y corro hacia él. Producto de mi imaginación
Y ya no puedo más, me derrumbo sobre su pecho
Lucas toca mi espalda.
- Emma... No te preocupes, se va poner bien. Estará mejor. Todo saldrá bien. Se curará, y mañana estará junto a ti.- dijo separando las frases.
-Sabes que no. Todo eso es mentira, Lucas. ¡Y yo, me quedaré sola! No lo tendré cada mañana a mi lado, y cada vez que me levante no estará durmiendo como todos y cada uno de los días que hemos vivido juntos.
-Emma... yo... te dejo sola, ¿vale?
-Oh, Lucas...- ya se ha ido.

Sigo llorando, y después de dos minutos salgo corriendo. Tengo que encontrarle. Yo... no lo he hecho queriendo.
En la puerta del hospital no se ve a nadie, excepto a Abraham.
Que suerte tengo. Está fumando en una esquina, con su ya típico look. Chaqueta de cuero negra, pantalones oscuros, y vans negras. 
Me pregunto cómo será su sonrisa. Me mira y me acerco a él, y me doy cuenta de que está lloviendo.


- ¿Me das uno?
- Sí...- saca una caja de malboro de su bolsillo y me da uno.- ¿Quieres fuego?
- Estaría bien ...- Me acerca su mechero al cigarrillo hasta encenderlo.- ¿Que haces aquí?
- Lo mismo que tú.
-No creo.- me mira y a penas puedo aguantarle la mirada; y de repente todo cambia.
Sucede demasiado rápido. Llega el médico que ha atendido a Óscar. Llega exhausto de correr escaleras abajo. Descansa cinco segundos, y luego levanta la cabeza para decir:
- Emma, ha despertado.- dijo con una sonrisa.
Voté el cigarrillo a ningún lado en concreto, y salí corriendo. Feliz, llena de vida... con esperanzas.
Llegué a la habitación 303B, y me paré frente a la puerta. Cerré los ojos y abrí la puerta despacio.
Óscar, mi hermanito. Yo seguía en la puerta, mirándole y él mirándome. Está despierto.
Yo lloraba; con una sonrisa dibujada en mi cara, pero lloraba.
Le abracé y me dijo:
-Em, cuidado preciosa, me duele muchísimo la cabeza.
-Te quiero.- la puerta se abre y entra Abraham.
Se quedó en el mismo sitio que yo estaba hace un minuto. Y por primera vez,vi su sonrisa. Perfecta.
- ¡Abraham!, ¿cómo estás tío?
- Mejor que tú seguro, dormilón.- dijo mientras los dos reían a carcajadas.
- Emma,  este es Abraham.
- Ya tengo el "gusto" de conocerle.- dije en tono burlón.
- Si hasta me ha robado un cigarrillo.
- ¿Desde cuando fumas, Em?
-Oh, muchas gracias Abraham.- dije apartándole la vista.
-Veo que os lleváis muy bien.- añadió Óscar con tono sarcástico.
-Sí, tu hermana es la dulzura en persona.- dijo acercándose a la camilla.
Le chocó la mano a Óscar sonriendo. En ese instante llegó el médico y nos dijo que Óscar debía descansar.
-Adiós cariño, vendré luego con mamá.
-Muchas gracias, Em. Por todo.- y así fue como se acabó la pesadilla. Por fin todo ha acabado.
Abraham y yo salimos juntos de la habitación. Pero al cerrar la puerta, cogí el camino más largo para llegar a la salida, sólo por no tener que soportarle.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Cap6.-parte2


El hospital, ese lugar en el que a nadie le gustaría estar, pero es dónde a mí me ha tocado estar.
Paredes blancas, camillas vacías, cables interminables, sangre, dolor, pasillos sin fin,... personas a las que queremos.
Yo, en esa sala blanca frente a una mujer que llora frenéticamente.
Un sin fin de pensamientos pasaban por mi cabeza en ese momento: ¿Por qué él?, ¿dónde está mi madre?, ¿por qué ese chico no me ha dirigido la palabra a pesar de estar sentado a mi lado?, ¿dónde está Lucas?, ¿por qué Amelia no ha llamado?, ¿y por qué no nos han dado ninguna información sobre mi hermano?
Una noche demasiado l a r g a y dolorosa...
Mientras "ese chico" me cogía para que no tocara a mi hermano, llegó la ambulancia.
Subí en ella llorando tan fuerte como podía, y también subió él. Mi hermano estuvo inconsciente todo el rato, y también sangraba por varias partes de su cuerpo.
Llegamos al hospital a las 23:00, y al mismo tiempo llegó Amelia con su madre. Entramos a la misma sala en la que estoy ahora y no he sabido nada más de Óscar. Amelia estuvo todo el tiempo que su madre la dejó, puesto que al no saber nada de Óscar era inútil quedarse allí. Pero aún así yo no quería irme.
Ahora ya son las 4:51 y acaba de salir el doctor que le atendió al llegar. Me levanto y veo que él sigue sentado; está dormido. Le doy un golpe, y se despierta mirándome mal. El doctor se dirige a nosotros:
-  ¿Emma Manzanares?
- Sí, soy yo.
- Bien; te explicaré la situación de tu hermano. Es un tanto crítica. Está en coma, debido a la caída ha sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. También tiene graves contusiones en el tórax.- Hubo un gran momento de silencio.- Si queréis podéis pasar a verlo.

Casi no había terminado de decir la frase y salgo corriendo.
Había un gran pasillo con habitaciones en los dos lados. Yo miraba todas las habitaciones. Algunas ancianos me sonreían, mientras que otros farfullaban algo con cara de indignados.
Doy media vuelta para preguntar en secretaría la habitación. Iba a preguntarle justo cuando él me tocó el hombro diciendo:
-Habitación 303B.- Y yo le dejo allí mientras comienzo a correr de nuevo.

Habitación 303B. Allí está. Abro la puerta lentamente y le veo allí, solo. Está tan pálido...
Me acerco a él, mientras una lágrima cae por mi mejilla.
Le abrazo, ¿por qué él y no yo? De pronto todos nuestros momentos juntos pasaron por mi cabeza... Era un niño tan fuerte, y ahora... estaba tan débil
Mi madre acaba de llegar... con Lucas. Oh dios, por fin. Les abrazo tan fuerte como puedo y comienzo a llorar.
- Es horrible... Mamá, está en coma.
- ¡Mi niño!- dijo al borde de la ansiedad.
Lucas me abraza, me coge de la mano, y me lleva hasta un pequeño sofá que hay al lado de la cama de Óscar. Se sienta, y yo me siento sobre él.
-Duérmete pequeña, no me iré.
-Te quiero.

Horas después me despierto y sigue allí; sosteniéndome.
Le miro, y luego le doy un breve beso
- Mamá, voy a por café. ¿Quieres?
- No, gracias.- me dijo tan serena como siempre.
- ¿Lucas?
-No, ¿te acompaño?
-No, prefiero ir sola. Gracias.

Salgo de la habitación y él sigue sentado en la sala. 
- ¿Por qué no entras?- Después de varios segundos sin responderme reacciono y le digo.- ¿quieres café?
-No.- dijo con tono sombrío.
-Una pregunta, ¿tú que haces aquí?
-Soy amigo de tu hermano, me llamo Abraham.- dijo sin mucha emoción.- Sé que eres Emma, así que ya nos conocemos. Adiós.
-Eres un borde.- dije cabreada. 

Llegué a la cafetería y me compré el café. Me senté en una de esas mesas también blancas de los hospitales. Y me percato de algo. Todavía llevo el vestido puesto; y... he ido descalza por todo el hospital. Da igual, lo que importa es que Óscar despierte, y esté bien.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cap6.-Cumpleaños "feliz".

Parte1.-


Querido diario:

Hoy...¡ es mi cumpleaños ! y... el de Óscar.
Ahora mismo son las 12:33.
Esta mañana, mi madre me ha despertado cantándome "cumpleaños feliz" y con un pastel de chocolate con fresas. Es mi madre. Por supuesto que sabe que es mi preferido.
Además, del pastel, también me ha dado un precioso colgante de oro; en el que al final cae un pequeño corazón. Me ha explicado que era de mi abuela.
Luego, hemos ido al cuarto de mi hermano. Él, cumple 19 años, y yo .. ¡los esperados 17!
Hemos hecho lo mismo que ha hecho mi madre conmigo. Hemos ido a su cuarto, le hemos cantado "cumpleaños feliz" y luego mi madre le ha regalado algo que todavía no me han querido enseñar.
Ah, se me olvidaba lo más importante de todo...
Hoy ha venido mi padre de Nueva York, está allí por su trabajo. Además, mis padres están separados desde hace ya muchos años.
Siempre viene por nuestro cumpleaños. Este año me ha regalado, este precioso diario azul cian.
Esta noche, hacemos una fiesta en el hotel. Nos ha salido gratis puesto que mi padre es el dueño de este hotel.
Irá muchísima gente. Óscar es bastante popular. A mí sólo me interesan dos personitas: Lucas y Amelia. Y por supuesto me han prometido que irán.
Tengo que ir a la tintorería a recoger el vestido que me ha regalado Amelia.
Mañana escribiré cómo me ha ido.
E. Manzanares

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Paso por la tintorería, recojo mi vestido. Es color salmón y la parte posterior del vestido es en forma de corazón. Me encanta, Amelia siempre acierta.


Llego a mi casa, dejo el vestido sobre mi cama y luego bajo las escaleras para almorzar. El día, pasa tan rápido, que antes de que me de cuenta, ya es la hora de prepararme.
Me pongo el vestido y los zapatos de tacón.
Luego mi madre sube para arreglarme el pelo. Comienza a hacerme unos pequeños tirabuzones. No sé que haría sin ella.
Me pinto los labios con un simple brillo, y utilizo el rímel de mi madre. 

Ya estoy lista. Bajo las escaleras, y allí está. Óscar.
Le sonrío mientras intento mantener el equilibrio y se levanta. Se acerca a mí, y me da un beso muy fuerte en la frente.
- Estás preciosa pequeña.
-Tonto... ¿no te preparas?
-¿Cómo?, yo voy así...- dijo en tono burlón.

Le di un empujón y cayó en el sillón. Se levantó rápidamente  y abrazó mi cintura, hasta elevarme.
- Chicos, lamento estropear este momento, pero tenemos que irnos.
-Oh, mamá, díselo a él, que ni siquiera está vestido.
-Yo iré en la moto, ve tú con mamá.- Asiento.

Subo al coche. Pasamos la casa de Lucas, y la de Amelia también.
Ya estamos en el hotel y al bajarme del coche un hombre, bastante más alto que yo, me coge la mano y me lleva dentro. 
Al entrar en el gran salón, me quedo aturdida. Madre mía, está repleto de gente. Pero no veo, a las dos únicas personas necesarias. 
Es el momento, ha llegado la hora.
Paso bailando entre la gente. Todo el mundo me saluda y mientras tanto les voy sonriendo a todos.
Es un día importante, y hay que disfrutarlo. 
Ya he pasado, entre toda la gente. Y no están. Todo el mundo me mira, y mientras tanto paseo la mirada por todos ellos. Bueno, todos menos uno. Ese chico, alto, misterioso, sombrío. Supongo que es amigo de Óscar, puesto que no lo he visto nunca.
Me doy cuenta de que llevo mirándole un rato, y aparto la mirada.
En ese momento llega Sofía. Una compañera de clase.
- Oh dios mío Em, estás preciosa. ¡Muchísimas felicidades!- dijo con mucho énfasis.
-Muchas gracias Sofía.- le sonrío levemente.- por cierto, ¿quién es ese chico de allí?
- La verdad es que no lo sé, casi no conozco a nadie.
-Vale, gracias. Ya hablaremos cielo.

Me desvío hacia un lado, y comienzo a caminar de nuevo entre la gente. Y entonces la veo. Salgo corriendo y la abrazo por detrás. Se da la vuelta y nos volvemos a abrazar. Me mira de arriba a abajo y dice:
- Oh, te me estás haciendo mayor.- Comenzamos a reírnos demasiado fuerte, pero no tanto como para que los demás nos oyesen. Doy un paso hacia atrás, y sin querer choco con alguien. Me giro rápidamente para disculparme, y es él. El chico de antes. 
- Lo sien...- iba a terminar la frase cuando él me mira con indiferencia y sigue caminando como si no me hubiese visto. Me quedo mirándole, y luego me giro hacia Amelia.
- Vaya engreído.-dijo ella con tono asqueado.
- Amelia, ¿te importaría acompañarme a llamar a Lucas? Es que todavía no le he visto.
-Sí, claro.

Salimos fuera, hay mucho ruido.
Conseguimos salir entre la multitud hasta casi llegar a la carretera.  
Cojo el móvil de mi bolso, y antes de pulsar el botón de llamada, oímos gritos.
Miramos a la carretera, y vemos que a lo lejos se ha formado un corrillo alrededor de alguien.
Nos acercamos para ver quién es. 
Le preguntamos a un chico qué ha pasado, y nos dice:
- Un chico ha tenido un accidente con su moto
Voy corriendo hasta el corrillo. Mi corazón se acelera. Hay una posibilidad entre cien, pero; puede ser él.
Estoy horrorizada. Comienzo a llorar. Impotente, salgo corriendo hacia él; pero alguien me lo impide.
No sé quién es, pero intento escapar de sus brazos.
De pronto, le miro y veo al engreído de antes. Le chilló pidiéndole que me deje ir hasta él.
- Emma, estará bien. Ya hemos llamado a la ambulancia, está de camino. No puedes hacer nada.
- ¡Déjame, es mi hermano! ¡Suéltame!

viernes, 26 de agosto de 2011

Cáp5.- Sorpresas inesperadas

Lunes  por la mañana.

Esta vez, me despiertan algunos rayos de ese precioso sol.
Todo me parece bonito hoy; incluso ese poster tan ridículo de “Heidi” que mi madre no deja que quite de mi pared rosa chicle.
Salgo de mi habitación; pero antes de hacerlo, veo una nota pegada a mi puerta con un trozo de celo:
Em me he ido a las 7:45. Te quedaste tan dormida que me dio pena despertarte.
Te espero mañana, en tu portal. Te recuerdo que mañana será lunes preciosa.
Un beso, Lucas♥”
Es verdad, hoy es lunes. No me había dado cuenta.
Me visto rápidamente. Hay sol, pero el día se está poniendo oscuro, así que decido ponerme unos vaqueros, mis vans blancas y un suéter gris de Micky Mouse.
Bebo un vaso  de leche  con cola cao. Cojo mis llaves y le doy a mi madre y a mi hermano, Oscar, un beso.
Está allí, donde me dijo exactamente que iba a estar; mi portal. Me acerco, sonríe y sin decir nada me coge la mano y me lleva hacia su casa. Saca su Vespa azul cian y me hace un gesto para que suba. Al no haberme subido nunca en una moto le digo:

-   Tú primero,- Me pongo como un tomate. Se ríe y sube.
-   ¿Subes?
-   Sí, claro.- Después de subirme y aferrarme tanto a su pecho como si me fuese la vida en ello, le pregunto:
-   ¿Vamos al instituto en tu Vespa?- Me resultaba extraño, hacía meses que no la sacaba.
-   No, Em. No vamos al instituto.- Sonreí y me puse el casco al ver que él también lo hacía.
Tan sólo a quince minutos de nuestras casas, había un gran campo de cebada, con un sauce en el medio un tanto extraño.
Me encanta el lugar, sobre todo porque nadie me había llevado allí.
Una pequeña brisa hacía que la cebada se agitase lentamente y mi pelo; la acompañaba, haciendo que el lugar pareciera mágico.
Mi mano izquierda pasa por su espalda cogiéndole por la cintura y la derecha le toca la tripa suavemente.
Caminamos sonriendo y viendo como el sol de esconde tras dos nubes grises. Miro el sauce está un poco lejos pero me gustaría ir allí. Y se lo digo:
-   Lucas, te importaría llevarme a aquel sauce.- Sonrío esperando su respuesta.
-   Vamos; allí estará mi sorpresa. La de verdad.- Me besa y comenzamos a caminar.
A unos diez metros del sauce, para en seco. Me agarra, sonríe y yo también lo hago. Saca una cinta azul del bolsillo de su pantalón:
-   Gírate.- Me pone la cinta en los ojos y supongo que me guía hasta llegar al sauce. Reímos, nos besamos e incluso llego a ruborizarme al hacerlo:
-   Em, quítate la venda despacio por favor.- Me la voy quitando poco a poco. Y al abrir los ojos veo que estoy cerca del tronco de ese árbol, el precioso sauce. En el suelo, una roca tiene sobre ella una nota… Su letra está allí, en una pequeña carta que dice:
Preciosa, ya sabes que te escribo muchas cartas últimamente. Pero esta es un poco más especial que las demás. En esta te quiero pedir algo que para mí es muy importante y espero que lo sea también para ti:
Emma ¿Querrías tener como novio al chico que está detrás de ti? ¿Qué por qué? Pues porque te quiero pequeña
Seguramente estaré justo detrás esperando tu respuesta esperando que sea un sí, así que intenta contestar rápido por favor.
Te quiere,  Lucas♥”

Me giro, y exactamente está detrás de mí, sonriendo, un poco ruborizado.
Pienso en la respuesta, y no entiendo porque lo hago, ¿Pero qué diablos? ¡¡Claro que sí!! Le quiero, y él a mí también, entonces, ¿Qué es lo que pienso?
Salto para subirme encima de él, y caemos al suelo, los dos. Yo encima suya, le beso.
Se separa y por un momento duda:
-   ¿Eso significa que sí?- Me río.
-   No, eso significa que no. Que no te quiero, que no me gustas, que no me ha encantado tu sorpresa, ni tampoco escaparnos, ni este campo, ni nuestro árbol, ni la nota. Nada; no me ha gustado nada.- En ese preciso momento mi novio me aparta el pelo y me besa.

domingo, 21 de agosto de 2011

Parte2.-
Ella, sigue allí. Inerte, sin siquiera pestañear. Mirándonos, viendo como para ella ha acabado todo y para , tan sólo ha empezado. Y en el momento en que agacha su cabeza, ahí es cuando yo me siento mal de verdad. ¿Por qué? Simplemente, porque me he metido en una relación. Porque sí, en ese momento Lucas tiene que hablar conmigo:
-Supongo que ya te harás una idea de lo que pasa.- Yo seguía allí mirándole sin poder decir nada, sin entender ni una pizca de lo que me decía.- Emma, todavía… todavía no la he dejado.
-¿Qué?, pero Lucas… Entonces, ¿qué fue lo que sentiste en la fiesta? ¿Nada?- Las lágrimas; mis lágrimas, no salían. No querían salir; me sentía utilizada.
-Emma, yo ya no siento nada por ella; es más me gustas, me gustas mucho. No quiero perderte de verdad, pero creo que ella merece una explicación.- Y así me dejó allí, en las puertas de aquel Starbucks, mientras él iba a hablar con la que había sido su novia. Perdonad, con la que es y había sido su novia.
Tenía tantas ganas de salir de allí; de encontrar una máquina del tiempo y tan sólo poder cambiar aquel momento, o simplemente abrir los ojos y que todo esto sólo haya sido una pesadilla.Pero no, no es así. De repente soy consciente de lo que ha pasado, y me encuentro sola caminando hacia mi casa. Aquel lugar en el que me esperan las personas que realmente me quieren.
En la calle, ya no hay nadie; ni señoras paseando a sus perros, ni tampoco hay niños jugando con un único globo; tan sólo  se ve una luna que empieza a salir tímidamente por el horizonte.
Y ahora sí, ahora dejo que mis lágrimas caigan deslizándose por mi mejilla. Mi cara comienza a helarse y comienzo a tiritar como una niña pequeña. No sé porqué pero, me da por pensar en Amelia: “Emma, tendrías que haber dejado que viniese; todo esto sería más fácil si ella estuviese aquí”, pensé.
Veo mi casa, y no sé porqué extraña razón, comienzo a correr. Tengo ganas de gritar, llorar, pero sobre todo… de ver a Amelia. Llego a la puerta, cojo mis llaves y abro rápidamente, está allí comiendo una de las fresas con chocolate que nos ha preparado mi madre. Sonríe, y se ríe con ella.
Me ven entrar, Amelia suelta la fresa que en ese momento iba a mordisquear, y mi madre se seca las manos. Las dos vienen hacia mí. Cojo a Amelia por el brazo, y la subo a mi habitación. Sigo llorando.
Nos sentamos en mi cama, y comienzo a explicarle todo lo que ha pasado entre sollozos. Ella, sólo asiente y de vez en cuando abre la boca, haciendo una O, perpleja. Al final de mi larga y extendida charla me abraza. No digo nada más. Nos tumbamos en mi cama y… me duermo.
Al despertar, miro a mi lado. Ella no está. Me levanto y bajo a la cocina. Mi madre me da un beso y yo, yo pregunto por ella:
-Mamá, ¿dónde está Amelia?
-Amelia ha ido a casa de Lucas. Me ha dicho que tenía que hablar con él, que era urgente.- Subo corriendo a mi cuarto. Miro por la ventana, no hay nadie. ¿Qué le estará diciendo?, cada vez me pongo más nerviosa. Pasan los segundos, los minutos, incluso una hora.
Tocan el timbre. Es ella. Cuando bajo, mi madre ya le ha abierto. Trae una sonrisa de oreja a oreja. Salimos corriendo a mi cuarto:
-Em, la ha dejado. ¡Lucas ha dejado a Sara!¿Y sabes lo que me ha dicho? Que le dijo que quería estar contigo, QUE TE QUERÍA. Ella empezó a llorar, le pegó un tortazo, y luego salió corriendo. ¿Qué te parece?
- Madre mía… Lo que he hecho… Me siento horrible.
-Em… ¡que ha dicho que quiere estar contigo!
- Ya,ya lo sé…- comenzamos a hacernos cosquillas y a reírnos.
En un momento, nos quedamos calladas y oímos un ruido extraño… Como si alguien estuviese tirando cosas a mi ventana.
Miro por la ventana. Es él. Tirando bolitas de papel. Intento contener mi risa, pero no puedo. Me doy la vuelta, y Amelia se ha ido. Me vuelvo, y le miro. Ahora ya no sonrío, pero él si lo hace, y mucho además:
-Em, la he dejado. Supongo, que Amelia te lo habrá contado, ¿no?
- Sí, me lo ha dicho.- Sonríe; le acompaño.
-¿Puedo ir a tu casa?, tengo que hablar contigo.
-Sí, claro. La puerta estará abierta, sube.- Sonreímos por última vez.
Pongo música, More tan words – Westlife, y me tumbo en la cama.
Llega Lucas, se sienta a mi lado y se acerca a mi cara:
-¿Puedo?- Supongo que quiere decir, que si puede besarme. Y claramente contesto que sí.
-Por supuesto.- Y en ese instante, se acerca a mi cara. Su nariz roza la mía, y me da un “beso de Gnomo”. Sonrío, y ahora sí me besa, esta vez en la boca. Casi sin alejarse, me dice:
-¿Qué es lo que te ha dicho Amelia?
-Nada.- Sonrío, no merece que se lo diga. Al menos, no ahora. Se tumba sobre mí, y me coge de los brazos dejándome inmovilizada. Reímos.- No te lo voy a decir, hagas lo que hagas.
-Vale, pues llamaré a tu madre y nos verá aquí, así. Yo, tumbado sobre ti, agarrándote los brazos. Situación comprometida, ¿no?
- No serás capaz de hacerlo.- Reímos.
-Ah, ¿no?- Lucas comienza a gritar: ¡Señora Rivas, señora Rivas! – Reímos.
-Sh, cállate. Te lo contaré.- Pero en ese momento alguien abre la puerta. Lucas, tan veloz como siempre se aparta y yo me siento.
-¿Me habéis llamado?
-Sí mamá, es este niño que quiere un batido de papaya- ¿Qué por qué le digo eso a mi madre?, él, odia la papaya.
Lucas me mira, y mi madre dice:
-Vale, ahora mismo te lo traigo.- Mi madre cierra la puerta y Lucas se queda perplejo.
-¿Cómo sabes que odio la papaya?
-Mmm… tengo una cámara en tu habitación. Te estoy vigilando las 24 horas.- Reímos.
-Entonces… ¿me dirás lo que te dijo Amelia?
-Sí, en otro momento.- Aparece mi madre. Por supuesto con el batido de papaya. Se lo da, pero ella; no se va. Lucas lo prueba. Yo me río muchísimo. Mi madre satisfecha, viendo que le ha gustado se va. Y Lucas, me muerde una oreja.
- ¡Eh, el batido! ¡Que lo derramas!- Reímos. Pongo mi cabeza en sus piernas y miro su perfecto rostro.
-Em, mañana te voy a llevar a un sitio, ¿vale?
-¿Qué sitio?
-Sorpresa.- Quiero que me lo diga, y seguir insistiendo. Pero, estoy muy cansada. Comienza a tocarme el pelo, y poco a poco me voy quedando dormida. Allí, en sus piernas.   

viernes, 12 de agosto de 2011

Cap4.- Sturbacks

Part1.-

Domingo por la tarde, se empieza a notar el frío. Amelia está en mi casa, como de costumbre en estos últimos meses. Y me toca hablar de lo inevitable, Lucas. Ni una llamada, ni un mensaje, nada. Y por fin mi móvil comienza a cobrar vida, empieza a sonar nuestra canción, kiss me, la que había sonado la noche de hace tan sólo dos días. Por suerte es él quien me llama:
-¿Si?
-Em, siento no haberte llamado, pero es que he estado un poco liado.- Y entonces es cuando a mi me da por pensar, ¿liado, liado con qué? En fin.
-Ah vale. No pasa nada.
-¿Y que tal si quedamos en la cafetería?, en la que hace esquina. En el Starbucks.
-¿Ahora?
-Sí, ya mismo.- Reímos. Respiro profundamente, nada ha cambiado. Amelia me mira, está deseando que cuelgue para que le cuente lo que me ha dicho.
-Vale, en media hora estoy allí.
-Vale, un beso.- Me ruborizo.
-Otro para ti.- Colgamos.
Amelia me coge del brazo, intento escapar, hay que hacer demasiadas cosas:
-Amelia, ¡déjame!, tengo que vestirme, peinarme…
-¿Qué?, ¿me dejas sola?, ¿es Lucas no? Lo voy a matar.- En mi casa sólo se nos oye a nosotras. Gritando, peleando cariñosamente, riendo, saltando… y ahí es cuando yo bajo la voz y me hago la interesante diciendo:
- Cariño, tengo una cita. Lo siento, no puedo llevarte.- Me abalanzo sobre ella, y quedamos tumbadas en la cama.
-Ya lo sé. Venga, dejémonos de cháchara, tenemos muchas cosas que hacer contigo. Y pensar que sólo tenemos media hora.- seguimos riendo.
Después de probarme mil vestidos, que solo a Amelia le gustan, decido ponerme lo más sencillo. Unos buenos vaqueros, unas bailarinas marrones, una camiseta de flores marrones y rosadas y una rebeca rosa pálida.
Amelia, un poco cabreada conmigo por no ponerme sus vestiditos, me da el último empujón para salir de mi casa. Simplemente, me cierra la puerta en las narices riendo.
No está esperando fuera, así que supongo que ya habrá salido de su casa. De todas maneras, pasaré para preguntar.
Toco el timbre. Es él, Lucas responde:
-Preciosa, ahora mismo bajo.
-Vale.- No acierto a decir nada más.

Y por supuesto, en menos de un minuto estaba allí, conmigo, a mi lado. Nos abrazamos, y luego… luego nos besamos. Como la primera vez que lo hicimos pero con menos nervios. Nos separamos, y aunque aún estamos muy pegados, sonriéndonos el uno frente al otro. Comenzamos a caminar y me coge de la mano. Me mira y sonríe. Casi no hablamos, sólo nos miramos. Después de un rato, viendo como las señoras sacaban a sus perros a pasear o como dos niños jugaban con un único globo, llegamos a Starbucks. Y en ese momento, todo parece no recobrar sentido. Miro la cafetería, y en una esquina, está la persona que menos me apetecía ver, tanto a mí como a Lucas, sí, es ella; Sara.