Ya ha pasado una semana. Óscar está igual, se
podría decir que peor. Los médicos dicen, que es muy poco probable que despierte.
Antes de todo esto, pensaba que lo había pasado mal en muchas ocasiones. Pero ahora sé
que ese dolor, no se compara con el que siento ahora.
Estoy en el balcón, esperando que deje de llover para ir a visitarle.
Miro la ventana de Lucas... Le quiero,
pero estos días está muy preocupado por mí, y no es precisamente eso lo que
quiero. Quiero tranquilidad... tiempo
para pensar.
Envuelta en mis pensamientos, veo que la pequeña cortina de su
ventana se mueve. Es él, me sonríe.
Probablemente ha oído mi música más alta
de lo normal.
Your call- Seconhand
Serenade, es la canción
que he escuchado los últimos días, y es precisamente la que suena ahora.
Lucas ha estado en mi casa mucho tiempo, demasiado diría yo. Vamos a clase, y a las tres ya está en mi casa.
Pasamos toda la tarde juntos, y por la noche vuelve a su casa. Prácticamente no
he tenido tiempo de pensar en todo lo que ha pasado. Y allí, frente a él, con suficiente tiempo como para pensarlo, me derrumbo.
Está preocupado. Se gira, supongo que para venir a mi casa.
- No, Lucas, no por favor.
- Pero...
-Necesito estar sola.-
le sonrío lo suficiente como para que lo vea.
-Vale, pequeña. Pero
recuerda que siempre voy a estar aquí para cuando me necesites, ¿vale?
Entro a mi habitación, y apago la música. Con una coleta mal
hecha, unos vaqueros y un suéter azul
salgo de casa.
- Voy a verle mamá.
-Vale cariño, esta noche me quedaré allí.
-Adiós mamá, te
quiero.
Cierro la puerta y pasó por el jardín. También cierro la portada. Comienzo a caminar.
Lucas está en su jardín,
no tengo ganas de saludarle. Pero ... es mi novio.
Abro su portada y le doy un pequeño beso.
-¿A dónde vas pequeña?
-Al hospital...
-Te acompaño.
-Lucas...- me da pena, y decido dejarle ir.- rápido, vístete.
-Estoy listo. Vamos.
Me da la mano, y me sonríe.
-Todo irá bien pequeña.- Y no, no era eso lo que quería que me
dijera.
No quiero que me den falsas esperanzas, no quiero
que me digan que se va a poner bien, porque no, no lo hará, y tampoco quiero que me digan que no pasa
nada, porque la realidad es que sí
pasa.
Llegamos al hospital.
Sigue en esa habitación, 303B.Abro
la puerta y por un momento, veo que sus
ojos están abiertos.
Suelto la mano de Lucas, y corro hacia él. Producto
de mi imaginación.
Y ya no puedo más, me
derrumbo sobre su pecho.
Lucas toca mi espalda.
- Emma... No te preocupes,
se va poner bien. Estará mejor. Todo saldrá bien. Se curará, y mañana estará
junto a ti.- dijo separando las frases.
-Sabes que no. Todo eso es mentira, Lucas. ¡Y yo, me quedaré sola! No lo tendré
cada mañana a mi lado, y cada vez que me levante no estará durmiendo como todos
y cada uno de los días que hemos vivido juntos.
-Emma... yo... te dejo sola, ¿vale?
-Oh, Lucas...-
ya se ha ido.
Sigo llorando, y después de dos minutos salgo
corriendo. Tengo que encontrarle. Yo... no lo he hecho queriendo.
En la puerta del hospital no se ve a nadie, excepto a Abraham.
Me pregunto cómo será su sonrisa. Me mira y me acerco a él, y
me doy cuenta de que está
lloviendo.
- ¿Me das uno?
- Sí...- saca una caja de malboro de su bolsillo y me da uno.- ¿Quieres
fuego?
- Estaría bien ...- Me acerca su mechero al cigarrillo
hasta encenderlo.- ¿Que haces aquí?
- Lo mismo que tú.
-No creo.- me mira y a penas puedo aguantarle la mirada; y de
repente todo cambia.
Sucede demasiado rápido. Llega el médico que ha atendido a Óscar. Llega exhausto de
correr escaleras abajo. Descansa cinco segundos, y luego levanta la cabeza para
decir:
- Emma, ha
despertado.- dijo con una
sonrisa.
Voté el cigarrillo a ningún lado en concreto, y salí corriendo. Feliz,
llena de vida... con esperanzas.
Llegué a la habitación 303B,
y me paré frente a la puerta. Cerré los
ojos y abrí la puerta despacio.
Óscar, mi hermanito. Yo seguía en la puerta, mirándole y
él mirándome. Está despierto.
Yo lloraba; con una sonrisa dibujada en mi cara, pero lloraba.
Le abracé y me dijo:
-Em, cuidado preciosa,
me duele muchísimo la cabeza.
-Te quiero.- la puerta se abre y entra Abraham.
Se quedó en el mismo sitio que yo estaba hace un minuto. Y por
primera vez,vi su sonrisa. Perfecta.
- ¡Abraham!, ¿cómo estás tío?
- Mejor que tú seguro, dormilón.- dijo mientras los
dos reían a carcajadas.
- Emma, este es Abraham.
- Ya tengo el "gusto" de conocerle.- dije en tono
burlón.
- Si hasta me
ha robado un cigarrillo.
- ¿Desde cuando fumas, Em?
-Oh, muchas gracias Abraham.-
dije apartándole la vista.
-Veo que os lleváis muy bien.- añadió Óscar con tono sarcástico.
-Sí, tu hermana es la
dulzura en persona.- dijo acercándose a la camilla.
Le chocó la mano a Óscar
sonriendo. En ese instante llegó el médico y nos dijo que Óscar debía descansar.
-Adiós cariño, vendré
luego con mamá.
-Muchas gracias, Em. Por
todo.- y así fue como se acabó la pesadilla. Por fin todo ha acabado.
Abraham y yo salimos juntos de la
habitación. Pero al cerrar la puerta, cogí el camino más largo para llegar
a la salida, sólo por no tener que soportarle.